Barrabravas y política: un vínculo explosivo que vuelve a las calles

 Barrabravas y política: un vínculo explosivo que vuelve a las calles

La preocupante conexión que se reaviva en las calles

La histórica relación entre ciertos sectores del fútbol y la política argentina vuelve a estar en el centro de la escena con la convocatoria de grupos de barrabravas a la marcha de los jubilados. A través de redes sociales, se viralizaron llamados dirigidos a simpatizantes de diversos clubes, desde Boca, River e Independiente, hasta equipos del ascenso, con consignas que van desde el apoyo a los reclamos previsionales hasta amenazas implícitas de violencia en caso de incidentes.

Este fenómeno no es nuevo. La utilización de barrabravas con fines políticos ha sido una constante en la historia reciente del país, con sectores de la izquierda y del kirchnerismo promoviendo, en más de una ocasión, su presencia en marchas y protestas callejeras. En muchas oportunidades, estos grupos han sido señalados por su rol en la agitación social, prestando apoyo logístico en manifestaciones y, en algunos casos, siendo protagonistas de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

El gobierno de Patricia Bullrich ya tomó nota del asunto y advirtió que se aplicarán medidas especiales contra los barrabravas que decidan participar de la marcha. «Ya tenemos el derecho de admisión, pero vamos a encontrar una medida especial si comienzan a ir», sentenció la ministra de Seguridad, dejando en claro que no se tolerarán desbordes.

Las imágenes de escudos de clubes acompañando consignas como «Si tocan a los viejos, qué quilombo se va a armar» o frases de Diego Maradona utilizadas fuera de contexto, muestran que la convocatoria no es espontánea. Detrás de estos movimientos suele haber actores políticos que buscan capitalizar el poder de movilización de los hinchas, generando presión en las calles y condicionando la agenda pública.

El cruce entre fútbol, política y violencia es un problema de larga data en Argentina. Desde los favores políticos a líderes de la tribuna hasta el financiamiento de viajes y entradas, el vínculo entre los barrabravas y ciertos sectores del poder sigue siendo una deuda pendiente de resolución. La pregunta es: ¿hasta cuándo se permitirá que grupos con historial de violencia sean utilizados como fuerza de choque en el escenario político?

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