El renacer del pato: de juego gauchesco prohibido a deporte nacional con ambiciones internacionales

 El renacer del pato: de juego gauchesco prohibido a deporte nacional con ambiciones internacionales

En el corazón de la tradición criolla y la pasión ecuestre, el pato, nuestro deporte nacional, resurge con fuerza en pleno siglo XXI. De tribunas repletas y fervor desbordante en el Abierto Argentino, pasando por su evolución histórica desde el siglo XVII hasta su consolidación moderna, el pato busca recobrar protagonismo en la cultura argentina e incluso cruzar fronteras.

Lo que un día fue una competencia arriesgada, protagonizada por gauchos que luchaban cuerpo a cuerpo por un pato vivo, ha dado paso a un deporte organizado, con reglas claras y una comunidad pujante que lo mantiene vivo. Declarado deporte nacional en 1953 por Juan Domingo Perón, y refrendado por ley en 2017, el pato carga con el orgullo de ser una de las expresiones deportivas más auténticas de la identidad argentina.

Hoy, bajo la dirección de Miguel Di Pasquale, presidente de la Federación Argentina de Pato (FAP), el desafío es claro: revitalizar y expandir este juego único, no solo en el ámbito nacional, sino también llevarlo a países vecinos como Uruguay, Chile y Brasil. “Queremos que el mundo conozca el pato, un deporte que combina destreza, valentía y tradición”, señala con entusiasmo Di Pasquale.

En pleno auge, el pato no solo atrae a hombres, sino también a mujeres, quienes cuentan con una liga exclusiva. Además, la profesionalización del deporte se fortalece con mejoras en la infraestructura, formación de árbitros y la inclusión de psicólogos deportivos para optimizar el juego y garantizar la seguridad de sus participantes.

Desde las canchas de Campo de Mayo hasta los emocionantes duelos en torneos nacionales, el espíritu del pato sigue cabalgando con la fuerza de su legado. ¿Será este el inicio de su gran expansión? La historia aún está por escribirse, pero el renacer de este deporte criollo ya es una realidad vibrante.

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