Trelew endurece multas, pero la tecnología avanza: ¿puede la ley frenar la demanda insatisfecha?

Multas millonarias y una batalla desigual: Trelew refuerza sanciones contra el transporte ilegal
El Concejo Deliberante de Trelew aprobará este jueves un endurecimiento de sanciones contra el transporte ilegal de pasajeros, con multas que pueden llegar a los 2.4 millones de pesos. La normativa busca desalentar la actividad de conductores que ofrecen servicios sin habilitación, una práctica en ascenso a través de redes sociales y aplicaciones móviles.
La medida, sin embargo, deja en evidencia un problema mayor: ¿puede una regulación detener una tendencia que responde a las necesidades de los usuarios? Mientras la tecnología facilita el acceso a traslados más económicos y rápidos, la respuesta de las autoridades ha sido reforzar restricciones en lugar de buscar soluciones que integren la demanda con un sistema legal y eficiente.
Multas millonarias y sanciones más severas
La ordenanza, que será enviada al intendente para su promulgación y posterior publicación en el Boletín Oficial, modifica los artículos 2 y 3 de la Ordenanza 12.842. Entre sus puntos principales, establece:
- Multas de $100.000 en la primera infracción.
- Multas de hasta $2.400.000 en casos de reincidencia.
- Retención del vehículo desde la primera infracción.
- Posible suspensión de la licencia de conducir.
Según la concejal Claudia Solís, estas modificaciones buscan “combatir el transporte ilegal y mejorar el control sobre un sector que opera al margen de la normativa vigente”.
¿Competencia desleal o necesidad insatisfecha?
El crecimiento de plataformas digitales de transporte en ciudades donde no están reguladas es un fenómeno que se repite en todo el mundo. La razón es simple: ofrecen una alternativa accesible y eficiente en lugares donde el transporte público no cubre la demanda o donde taxis y remises resultan costosos o insuficientes.
En Trelew, los servicios de transporte “clandestino” han encontrado un canal de difusión en redes sociales, evidenciando una realidad ineludible: la tecnología sigue avanzando, mientras que las regulaciones parecen quedar estancadas en un intento por frenar lo inevitable.
A pesar de los esfuerzos por restringir estos servicios, la experiencia en otras ciudades demuestra que prohibir no es una solución efectiva. Mientras haya demanda, siempre habrá oferta, incluso en la informalidad. La pregunta que surge es si las autoridades deberían seguir apostando por sanciones cada vez más duras o, por el contrario, abrir el debate sobre una regulación que permita integrar nuevas alternativas sin afectar al transporte tradicional.
Porque, al final del día, competir contra la tecnología que resuelve problemas reales no solo es difícil: es imposible.